Definir qué es Latincore puede resultar polémico y ambiguo para muchas personas. Sin embargo, desde Trampa hemos apostado por visibilizar lo que ocurre en América Latina desde una perspectiva global, y por abrir espacios musicales y artísticos en los territorios donde tenemos presencia.
La música electrónica latinoamericana ha ganado cada vez más terreno en diversas partes del mundo. Hoy se perfila no solo como un género emergente, sino como un movimiento cultural en sí mismo: una fusión radical entre los ritmos tradicionales de América Latina y las formas más aceleradas, ruidosas y agresivas de la electrónica contemporánea.
Inspirado en sonidos como la cumbia, el dembow, la salsa, el reggaetón, la guaracha o el tribal, el Latincore los mezcla con géneros de alto BPM como el hardcore, el techno, el trance o el drum & bass. El resultado: una experiencia sonora intensa, bailable y profundamente emocional. Percusiones vertiginosas, bajos explosivos y una energía vibrante que se desborda en la pista de baile.
Pero Latincore es más que un sonido: es una declaración de identidad. Reivindica lo latinoamericano dentro de una escena global históricamente dominada por estéticas eurocéntricas. Con raíces DIY y espíritu irreverente, este movimiento nace en fiestas underground y plataformas digitales como SoundCloud, especialmente en ciudades como Bogotá, y crece como una comunidad artística y política que celebra la diversidad y la resistencia cultural.
Impulsado por productores y colectivos queer y LGBTIQ+, Latincore se posiciona como un espacio inclusivo, comunitario y festivo, donde el exceso, la memoria sonora y la desobediencia se entrelazan.





